24 de julio de 2018

LLANEROS ARAUCANOS Y SU PAPEL EN LA INDEPENDENCIA

El llanero tiene su espíritu libertario por determinismo geográfico.
La influencia del medio les confiere características especiales a las personas y a los seres que pueblan estos territorios, pues para vencer el medio, dominar la naturaleza hostil, adaptarse a las distancias y al horizonte ilímite son necesarios méritos y valor fuera de lo común. El llanero es abierto, emotivo y dicharachero: se siente más hombre que cualquiera, porque cuando un llanero está a caballo se considera invencible.


Es ya proverbial la malicia indígena puesta al servicio de las luchas que los llaneros araucanos libraron al lado de los grandes héroes de la Independencia, en las que utilizaban tácticas y maniobras propias de los indios. En las batallas de Queseras del Medio, en el Apure, incendiaban los pastos a la usanza indígena para la cacería; arrebiataban los caballos amarrándoles hojas de palma o ramas para levantar polvo y dar la impresión de formar parte de una tropa más grande y numerosa de lo que realmente era; y llevaban a cabo los asaltos a la manera de una guerra de guerrillas, donde la sorpresa del ataque y sobre todo la gritería eran clave.


Porque el hombre llanero tiene una forma muy peculiar de expresarse con el grito y lo hace hasta en la canción: cuando contrapuntea está gritando, se jacta de tener un leco (grito) que utiliza también en los trabajos de llano para velar el ganado en la sabana y sobre todo en las
faenas agrestes, cuando hace una buena tumbada de toros en un coleo o realiza un buen lance de toreo a campo abierto.


BOLÍVAR, LLANERO DE CORAZÓN
Cuando Bolívar pasó por Arauca se dice que allí bailó joropo y visitó el legendario hato de La Concepción, donde le entregaron reses, cueros, vituallas, carne salpresa o tasajo, y cien caballerías bien entrenadas para cruzar ríos y resistentes para recorrer vastas extensiones. Los llaneros, al verse representados en aquella figura mítica, se unieron a la gesta libertadora como si fueran para una fiesta, partiendo de buen agrado a las órdenes de Bolívar, quien era para ellos otro llanero más, excelente nadador, ducho jinete y domador de potros, curtido en los soles y lluvias de todos los caminos.


Los españoles temían combatir en el llano, sabían que si la guerra se desarrollaba allí no la ganarían nunca: Pablo Morillo, en carta a Fernando VII, escribía que los llaneros eran guerreros tan aguerridos que si le daban cien mil de estos hombres era capaz de conquistar toda Europa. Ya lo demás es historia: los valientes y cuasi desharrapados llaneros formaron parte del ejército que llevó a cabo el heroico cruce de los Andes por el Páramo de Pisba, cubriéndose de gloria con las victorias del Puente de Boyacá y el Pantano de Vargas, entre cuyos catorce lanceros hay cuatro araucanos.

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